Si estás paseando por las calles de Toro y de repente un torreón de ladrillo llama tu atención, párate y mira con más detenimiento, pues acabas de llegar a la puerta de uno de esos rincones de la ciudad llenos de historia.
Se trata del «Monasterio de Santa Sofía», que acoge a una comunidad de monjas Canónigas Norbertinas Premonstratenses.
El origen de su fundación se remonta a 1316, año en que la reina Dª María de Molina, esposa de Sancho IV de Castilla, cedió uno de sus palacios a la congregación.
De su arquitectura exterior, destaca un alto torreón de ladrillo y su fachada dividida en dos partes claramente diferenciadas y con acceso también a través de dos puertas distintas: una de arco de medio punto y la otra de arco apuntado.
Aunque queramos visitar su interior, no es posible, ya que se trata de un convento de clausura.
Lo que sí es posible, es acceder hasta su iglesia para participar en la eucaristía.
El HORARIO de celebración es:
- Diarios y sábados, a las 8:00 h.
- Los domingos y festivos, a las 10:00 h.
El 4 de mayo de 2017, el conjunto arquitectónico que conforma este Convento de Santa Sofía, integrado por los restos del antiguo Palacio de la Reina María de Molina, el Torreón, el Patio de la Cisterna y la Iglesia, fue declarado bien de interés cultural, con categoría de monumento.
En el expediente de esta declaración, publicada en el BOE nº 121 de 22 de mayo de 2017, encontramos una detallada descripción de su historia y arquitectura:
En 1316 la reina María de Molina cedió el palacio que había pertenecido a su canciller, el obispo de Coria don Alfonso, a una comunidad de monjas premostratenses. El edificio situado en la rúa de Santa María de Arbás, junto a la puerta de Adalia del primer recinto murado de la ciudad, fue objeto de importantes reformas para su adecuación al nuevo uso monacal del Monasterio Premostratense de Santa Sofía de Toro.
Dentro de este conjunto conventual se conserva un espacio único conformado por los restos del antiguo palacio, entre los que destaca un pequeño patio conocido como «Patio de la Cisterna», perteneciente a la antigua vivienda palaciega, y el torreón que lindaba con el primer recinto amurallado de la ciudad de Toro, que han permanecido prácticamente inalterados hasta nuestros días y que constituye un singular ejemplo de arquitectura civil.
El Patio de la Cisterna, de planta rectangular, está formado por dos hileras paralelas de seis esbeltas columnas con basas áticas, alargado fuste y capiteles tallados con motivos vegetales y animados, sobre un basamento de piedra que cierra las galerías. El acceso al patio se practica a través de un zaguán ubicado en el piso inferior del torreón de ladrillo, por la que fuera la portada principal original del palacio primitivo, de arco apuntado con arquivoltas que voltean sobre jambas lisas.
Asimismo destaca la pequeña iglesia, con interesantes armaduras de cubierta y el retablo tardorrenacentista, obra maestra de la primera época del escultor Sebastián Ducete, La iglesia, objeto de numerosas transformaciones, principalmente en la segunda mitad del siglo XVI, conserva su ubicación original y la puerta de acceso abierta en un sencillo muro de ladrillo, mediante arco de medio punto protegido por alfiz, rematado con un tejaroz (tejadillo construído sobre una puerta o ventana) de modillones de rollos.
A esta época corresponde la remodelación de la capilla mayor y la apertura al cuerpo de la iglesia mediante arco triunfal de medio punto y las bellas armaduras de cubierta, ochavada en la capilla mayor y armadura de par y nudillo con pares de tirantes en el cuerpo de la iglesia.
A lo largo del tercer tercio del siglo XVI se amplía el patio principal, originalmente de una altura, alrededor del cual se habían distribuido las estancias necesarias para la vida conventual, construyéndose el claustro de dos alturas, aprovechando las antiguas columnas góticas para las galerías altas.
En la actualidad, tras las reformas y restauraciones llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo XX, dentro de lo que hoy es el Convento de Santa Sofía de Toro se conserva un espacio único homogéneo de alto valor patrimonial, que ocupa todo el flanco sur, conformado por los restos de la antigua casa del siglo XIII del obispo de Coria, después Palacio de la Reina Doña María de Molina, así como la iglesia y el coro del monasterio, cuyo valor como documento histórico y testimonio de la evolución de este conjunto conventual, justifican sobradamente su calificación como bien de interés cultural.
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