Uno de los «monumentos» emblemáticos de la ciudad de Toro, es su «Toro de Piedra».
Esta escultura pertenece al grupo de las denominadas «Verracos», típicos monumentos cuyo origen hay que buscarlo en la etapa final de la Edad de Bronce y principios de la Edad de Hierro, y cuyos creadores fueron los Vetones, un pueblo prerromano de cultura celta asentado en el territorio entre los ríos Duero y Tajo.
El término «verraco», viene del latín «verres», y significa «cerdo padre», aunque las esculturas agrupadas bajo este término de verraco, no sólo representan cerdos, sino también toros, como es el caso de esta escultura.
Hay diferentes hipótesis que tratan de explicar el porqué de la construcción de estos monumentos y cuál era su utilidad o finalidad.
– Según una primera teoría, estas estatuas se habrían utilizado para establecer los límites entre unos territorios y otros.
– Otra hipótesis dice que eran usadas como punto de referencia e indicadores de los caminos por los que transitaban los ganados transhumantes.
– Una tercera teoría, las considera piezas objeto de culto a las que pedían la protección de los ganados.
– Por último, existe la teoría que las considera como monumentos funerarios.
En Toro, esta escultura tiene unas medidas de 250 x 95 x 66 cm. Es de granito, y de su análisis se ha deducido que dicho granito procede de la zona de Ávila.
Además, entre las varias hipótesis que existen para determinar de dónde le viene el nombre de Toro a la ciudad, una de las más conocidas y aceptadas es la que dice que el nombre le viene por esta estatua del Toro de Piedra.
A lo largo del tiempo, ha ocupado diferentes lugares, siendo su actual emplazamiento, junto al Alcázar, otro importante monumento que actualmente se ha acondicionado como «Centro de recepción de visitantes» de la ciudad de Toro.
Bibliografía: libro «Los Vettones», de Jesús Rafael Álvarez-Sanchís.
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